Es un honor para mi, tener amigos como quien escribió esta nota. Un ser que nos ayuda a aclarar la mente, a encontrar el camino. Uno de esos seres por los que se dice cada día "Gracias". Espero que la disfruten tanto como yo.
Toda la evolución está concebida para la libertad, la evolución es una canción de libertad. La gran paradoja de la libertad es que nosotros somos totalidad, somos únicos, pero a su vez hacemos parte de una unidad. La paradoja de la libertad es la unicidad, el ser únicos dentro de la unidad. Eso quiere decir, que somos totalidades y partes a la vez.
Nuestro problema con la libertad es que cuando afirmamos la individualidad estamos negando que somos parte de una totalidad mayor. Y cuando nos confundimos con una totalidad mayor negamos nuestra individualidad. Realmente la libertad es una alquimia sagrada, es la alquimia del equilibrio. Es la alquimia entre la individualidad y la comunión. Para comulgar necesito comulgar yo; identificarme con lo que soy, ser un individuo y ser indivisible. Solo en ese momento puedo compartir.
Realmente la evolución está dada en torno a una cruz y la libertad se alcanza en el centro de la cruz. Esa cruz tiene un eje horizontal que está dado por el yo. En el yo nace y se percibe la noción de estética y belleza. El eje vertical es el nosotros, ahí nace la ética, la moral, lo que nosotros determinamos como bueno. Cuando hablo de que algo es bueno es en sentido del nosotros, cuando digo que algo también es bello me refiero a un valor subjetivo, estético que nace del yo.
Pero cuando de ese eje horizontal puedo ir desde la belleza y la estética –que es una percepción individual-, hacia la ética y moral que es una percepción del nosotros; entonces conquisto la libertad.
La libertad es la fluidez entre el individuo y el compartir, entre el yo y la comunión, el masculino que se autoafirma y el femenino que se fecunda, entre quien elige su vía y el que la puede compartir. Cuando nos diluimos mucho en el otro y en los otros nos confundimos, perdemos nuestra individualidad. Cuando nos afirmamos mucho en nuestro ego nos confundimos porque sacrificamos el mundo a la yoidad y renunciamos al nosotros.
Yo soy uno y soy colectivo al mismo tiempo, porque soy total y parte de otra totalidad. Nosotros somos totalidades y partes al mismo tiempo, solamente cuando conquistamos esa noción y esa vivencia de ser totalidades y parte al mismo tiempo, alcanzamos nuestra libertad.
Autora: Victoria Paz