Qué fácil es mirar lo que no podemos cambiar y sentirnos derrotados. Qué fácil es enroscarse en las decisiones de los políticos y enojarse, dejando de confiar en la vida.
Qué fácil es salir corriendo a la farmacia o al hospital al primer indicio de malestar sin ver el daño que nos hacemos diariamente.
Qué fácil es apretar el "compartir" solo porque lo que leemos alimenta nuestras creencias y egos... sin cerciorarse de que sea verdad o al menos, útil.
Qué fácil es esperar que las cosas cambien sin hacer ningún cambio real en nuestra vida cotidiana.
Qué fácil es quejarse de todo y vivir preocupado, pero jamás ocuparse de nada.
Qué fácil es tomarse fotos en lugar de estar presentes en el momento que vivimos.
Qué fácil es caer en el egoísmo creyendo que es amor propio... porque no tenemos la disciplina de cultivar nuestra autoestima.
Qué fácil es preocuparse por la ecología y no cerrar la canilla del agua.
Qué fácil es vivir sin vivir, es fácil estar sin pertenecer al mundo. Porque como decía un gran sabio.. "para el que mira sin ver, la tierra es tierra nomás".
Vivir la vida, realmente con la intensidad y el compromiso que implica... no es fácil. Tampoco quiero decir que sea difícil. No lo es. Pero no es Fácil. Implica mucha energía, mucha presencia y mucho, muchísimo amor... amor que vibra en cada acto y que considera a todos los seres.
Vivir es SIMPLE. Y es, lo más grande.
Vive plenamente... no vivas a medias.
Buena vida a cada alma.