Privilegiados nosotros de vivir el tiempo de mayores oportunidades para la evolución que se pueda recordar. ¿Por qué? Pues por una razón muy sencilla: la información –hoy por hoy- está al alcance de quienes la deseen. Pero sin triunfalismos. Ya hemos dicho en más de una ocasión que poseer información no significa haberla madurado psicológicamente hasta convertirla en la materia prima que otorga conciencia madura. Existe una diferencia sustancial entre una cosa y la otra, más allá de que la información provenga del exterior (luego, es de origen intelectual), mientras la conciencia se elabora en los hornos internos (luego, es de origen intuitivo).
Además, para clarificar mejor la naturaleza de la una y de la otra, debemos decir que mientras la información es siempre un medio (figuradamente, una llave), la conciencia es un fin con vocación de permanencia. En ambos casos se manifiesta a través de las imágenes. Luego, gracias al uso adecuado de los medios que nos comunican de un extremo del mundo a otro, podemos tomar las imágenes cotidianas y diseccionarlas hasta tomar lo que deseamos de ellas (lo nutritivo), y desechar lo tóxico, que no es otra cosa que lo que es útil a quienes las crean y/o difunden.
Pudiera pensarse que se precisa de mucha más información a desclasificar o revelar. Craso error. Quien no sea capaz de hacer la digestión de lo que nos rodea en el día a día, difícilmente podrá extraer utilidad alguna de cualquier potencial nueva información de futura aparición. En otras palabras: las piezas que están sobre la mesa son más que suficientes para que el interesado/a pueda componerse una idea de lo que está ocurriendo. Más aun, aunque nada de lo que evidentemente acontece en estos momentos más allá de la estratosfera fuera cierto (que lo es), lo que tenemos abajo bien merece una reprobación. Reprobación y consecuencias, se entiende. Que para eso la conciencia individual pide a gritos intervenir. Y si no es la conciencia propiamente dicha quien grita, lo es todo lo que depende de ella.
Nos explicamos: cuando un ser humano no sabe decir ‘no’, cuando se siente infravalorado, pisoteado en su trabajo, cuando es objeto del chantaje emocional, la rutina lo anquilosa, las responsabilidades pesan y no son asumidas… cuando algo de ello, o todo ello, ocurre, el alma (que es la voz, las manos y los pies de la conciencia ejercitada), vocifera como un ente sano entre tanta demencia.
Conclusión: toda información (buscada en nuestras individuales circunstancias, o en las exteriores) posee los elementos adecuados para ejercer de polea que mueva al humano hacia posiciones más libres, más óptimas. Y los gritos del alma no son sino eso, información desesperada que avisa (y previene) de que los grilletes del analfabetismo espiritual están dejando huella. Huellas que sangran como producto de decisiones inadecuadas o, incluso, por la ausencia de unas decisiones que el alma fomenta y apoya en pos del equilibrio. Recuperando el artículo del patito feo, diremos que la fealdad del ave reside en que ha sabido ‘leer’ y ‘escuchar’ el lenguaje que su alma le estaba susurrando cada vez que se forzaba a cumplir con las reglas de la granja. Y saber leer y escuchar implica –como culminación coherente- la aplicación de las recetas dictadas por el alma, la toma de decisiones encaminadas a poder ir más allá del cercado.
Se diría que esas son algunas de las imágenes de la conciencia, bien interpretadas. ¿Quién no ha sentido la necesidad de poner todo en una maleta y marchar lejos, hacia alguna tierra que permanece en nuestra mente con añoranza? Ahí, la conciencia ha hecho uso de imágenes sugerentes, las adecuadas para esa persona, con el fin de que el mensaje enviado desde dentro hacia la mente consciente, sea interpretado sin patrones literales. La conciencia evoca imágenes físicas para transmitir importantes mensajes espirituales.
En otras palabras: de nada serviría ir a ese lugar lejano si no se ha producido ese tránsito interiormente. Esa diferencia -en el uso del lenguaje- entre las imágenes generadas en la conciencia, y las generadas exteriormente por el sistema, es crucial para aquellos interesados en la evolución. Sí, decimos evolución. Conciencia como escalera evolutiva. No hay otro modo. No aportará evolución el uso de más tecnología. Tampoco aportará evolución el uso de otras capacidades psíquicas. Evolución ganada a pulso, no nos llamemos a engaño, supone renuncia a lo viejo (lo cómodo, usual, común), apuesta por lo desconocido.
Una película (decenas de imágenes por segundo) esencial en el despertar de muchos ha sido Matrix (1999). En ella, cuando Neo accede al ofrecimiento de Morfeo, es emplazado a encontrarse con Trinity bajo el puente (imagen de tránsito entre dos mundos) de la Calle Adams (Adán, el hombre esclavo). Ese es el emplazamiento psíquico en el que todo dormido se encuentra, y punto de partida del hastiado patito feo. Trinity aparece y Neo sube a su vehículo, y vive su primera prueba. Se le exige confiar y él duda, haciendo amago de bajarse del coche y volver a atrás (hasta Adam). Trinity lo persuade: ‘Por favor, confía en mí’. ‘¿Por qué?’, pregunta él. ‘Porque ya has estado allí, Neo. Conoces ese camino. Sabes, exactamente, dónde acaba. Y yo sé que no es donde quieres estar’. ‘Conoces ese camino’ significa más de lo que podría parecer. Conocer ese camino, ese mundo viejo que está en el extremo conocido del Puente de Adams, es –como antes decíamos- más que suficiente como para decidirse a cruzar el puente voluntariamente.
Ese mundo viejo nos habita. Y la conciencia presiona, a veces sin piedad alguna, a que lo reconozcamos. Reconocer para abandonarlo, para limpiar la psique, para vaciar el inconsciente de basura. Sólo se precisa la escoba-conciencia, que nos dice con voz severa: respeta y respétate, madura, auséntate de donde no te sientas tú, asume tus responsabilidades, siéntate a la sombra del patio de tu mente, edúcate (y educa con tu ejemplo), aprende a decir ‘no’, no permitas que el corazón sea tu talón de Aquiles, evita que los roles culturales te alejen de expresar el amor, defiende la inocencia allá donde se encuentre, resta valor a los lazos de sangre y busca a los tuyos…
Fuente: Starviewer