
El ego es esa parte de nuestro ser que se autodenomina “yo” y que crea una entidad que se ve a sí misma separada del resto de la existencia.
Esta parte de nuestro ser tiene el origen en lo que llamamos instinto de supervivencia. Es esa vocecita que nos previene de los peligros a los que otras partes de nuestro ser, más juguetonas e ilimitadas no toman en cuenta en este mundo material.
Dada su inmensa responsabilidad en la preservación de nuestro ser físico, el ego se erige a sí mismo como el guardián de nuestra integridad. Previniéndonos de peligros, comienza a hacerse cargo de nuestro ser, nos enseña los peligros de los que nacen los miedos. Nos dice que observemos las actitudes de las personas y nos muestra listas de parámetros: entonces nace la desconfianza.
Luego el ego nos habla de injusticias y nos muestra lo difícil que es vivir en buenas condiciones en este planeta. Entonces nos enseña el significado de Carencia.
Para el humano, pasan años… la labor del ego en construir sus murallas para protegernos de todos los peligros que nos acechan es incesante, sutil y convincente. Además, no está solo. Los egos de las otras personas hacen su labor, y todos se han unido por una causa común: protegernos.
Así, sin darse cuenta porque no se fija en esas cosas, esa parte de nuestro ser que es un eterno niño que juega, crea e imagina mundos perfectos y hace y deshace la maldad como si de un rompecabezas se tratara, va quedando lentamente encerrada entre murallas invisibles.
Llega el día en que el niño se da cuenta de que el Ego va por la vida dominando todo ese ser del que forman parte. Y el niño reclama y pide explicaciones pues la última vez que miró no se percató de todos los peligros que el Ego le dice que existen.
Entonces el ego mira a su alrededor y descubre que sí, efectivamente, hay cosas bellas en el mundo que no representan peligro y las desea. Compra un juguete acorde a su edad y espera satisfacer al niño que no entiende de qué le está hablando.
Ego percibe que para tener lo que desea, debe imponerse a otros y nace el egoísmo, y el ser corre riesgo de transformarse en egoísta, dominado por deseos materiales y caprichosos para recordar que no todo es peligro, pero sin olvidar que debe competir con otros para tener lo que desea.
Al principio el niño se desespera, quiere explicarle y hacerle comprender al ego que está equivocado pero no es escuchado. El niño sufre su encierro y cada día siente tener menos elementos para jugar y crear. Pues cada día su mundo se ve reducido a la materia, el dominio del Ego y lo que solo él puede ver.
El niño se desilusiona y decide aceptar lo que el Ego le dice. Entonces intenta mirar el mundo con sus ojos. Lo que ve en el mundo a través de los ojos de Ego es muy distinto a lo que había visto y experimentado del mundo hasta entonces: ve egos corriendo de un lado a otro, enfrentándose por defender posiciones, jerarquías que ellos mismos, los egos, han creado. La desesperanza es total: “esto es lo que han hecho con mi mundo, qué horror…” se dice el niño.
Este es el momento en que el niño escucha otra voz, una voz que hasta entonces había escuchado como una música de fondo, como el canto del mar o inclusive como su propia imaginación y ahora entiende alto y claro el significado de lo que está diciendo. “Mira sus ojos” dice la voz. Y el niño mira los ojos de los otros seres que viven como él, bajo la protección de sus egos laboriosos. Descubre entonces que, a través de los ojos de esos seres que su ego le ha dicho que son enemigos, hay otros niños como él: encerrados y protegidos de sí mismos en un mundo muy peligroso (según su ego).
La voz vuelve a hablar entonces, cuando la confusión y la desolación parecen apoderarse del niño: “¿Recuerdas los juegos? ¿Recuerdas cuando el mundo era bello y nada te preocupaba? ¿Recuerdas cuando me veías y hablábamos y jugábamos y eras feliz?” Con dificultad el niño busca esos recuerdos y recupera algunos que el Ego tenía atesorados aunque incapaz de comprenderlos. “¿Recuerdas cuando todo se solucionaba al final? Este es un juego más, puedes darle una nueva forma a este juego”
No es una labor fácil para el niño creer en esa voz que le ofrece apoyo, que incluso comienza a acercarle información, visiones y personas que son capaces de traspasar las murallas que Ego impuso. Ego no se da cuenta al principio porque está muy ocupado con sus tareas de protección y el niño descubre que Ego tiene un rol que cumplir, al igual que él. Entonces entiende que ha dejado al Ego tomar demasiado poder en aquel ser del que ambos son parte y entiende que Ego cree que él y el ser son lo mismo.
Entonces entiende que deberá llevar adelante una batalla para desalojar a Ego de aquellos sitios que no le corresponden.
Ego es muy persuasivo: le dice al niño que estará en peligro. Le vuelve a mostrar todo lo que sucede en el mundo y el niño duda, pero descubre que no está solo. Entonces Ego se siente confundido pues por primera vez puede ver que ese niño no está solo y el ser del que son parte se incomoda, se sacude ante esa lucha. El niño lo consuela mientras Ego intenta convencerlo de que no pasaría eso si él continuara al mando. El niño le explica que ni él ni Ego deben estar al mando de nadie, que ellos y él y aquella voz invisible son lo mismo; que todos están allí para aprender a convivir en él.
El ser entiende, con dificultad pues cuesta silenciar el incesante reclamo de ego por la seguridad, que Ego se ha extralimitado en sus funciones.
El “Yo” creado por Ego es desmantelado lentamente, y el ser que ocupa descubre lo que es mirar el mundo a través de los ojos del niño otra vez.
Al principio, Ego continúa gritando, advirtiendo, repitiendo uno a uno todos los peligros que existen. Pero descubre, con pesar, que nadie lo escucha. Entiende que luego de haber vivido a la luz del sol, ahora ocupa un recinto oscuro en el alma de aquella persona que busca día a día cambiar el mundo. El niño que ahora es el Espíritu de ese ser, habla con otros seres invisibles para Ego y descubre que el mundo es hermoso y que pueden hacer y deshacer las calamidades que Ego creó a su paso. Olvidan por completo la existencia de Ego.
Entonces Ego, encerrado en su oscura celda de olvido comienza a recordar todo lo vivido, recuerda las injurias, los peligros, los miedos, el daño, la desconfianza… y llora. ¿Cómo pueden no darse cuenta de que existe todo eso? ¿Acaso estaba tan equivocado?, se pregunta.
Y el ser lo siente, y llora también y mira a su alrededor y ve injusticia, ve dolor, ve llanto… El Espíritu no comprende qué sucede, pues no es capaz de percibir esas cosas terribles pero siente el dolor y se pregunta si no ha estado equivocado.
Vuelve entonces a hablar con Ego y lo encuentra llorando, comprende entonces que el encierro ha terminado. Ego no entiende al principio, busca recuperar su espacio y Espíritu, con calma, le explica que aunque no pueda recordarlo, todo ha sido un juego. “Solo un juego que te tomaste demasiado en serio, pero ya acabó. Con todo lo que aprendiste, seremos un buen equipo”.
“Tú y yo, somos uno, somos este ser. Debemos aprender a convivir, a ser útiles desde nuestra manera de percibir el mundo y este ser que formamos será feliz”
Hoy Ego y Espíritu forman un solo ser, Humano se llama y camina consciente, atento y feliz. Pues allí donde ego ve oscuridad, miedo, peligro, Espíritu con su infinita capacidad creativa lo transforma en luz, amor, paz.
Este es nuestro trabajo amigos míos. No debemos desechar el ego como un enemigo, es parte de nosotros y nos permite observar el mundo y a nosotros mismos, con sus sombras. Pero el poder creativo, transmutador está en el espíritu. Y sólo podremos cumplir el propósito de nuestro mundo, cuando integremos ambas partes en mutuo beneficio.
Recuerden: Ego no es egoísmo. Espíritu no es estancamiento. Y Ser Humano, es encontrar el equilibrio y dotar de equilibrio a lo que Es.
Así es y así será en todos los niveles de la existencia: Con los pies en la tierra y conectados a la más elevada vibración, con el ego al servicio del espíritu, trabajando individualmente en pos del colectivo humano, mirando nuestras sombras para poder iluminarlas, trabajando desde el corazón para la existencia toda, con átomos que mueven el Universo entero, etc…
tamara.. ha sido un placer.. ir leyendo lo que escribes, lo hiciste con claridad.. me quedo con el servicio del ego al Espritu... bendiciones desde México un placer recibir ti vibra¡¡¡