Preparto
Comprende los últimos cuatro meses y medio de gestación, período durante el cual el feto, ya formado, se prepara para nacer. Es una etapa de acción en la que el feto explora y descubre las limitaciones y posibilidades dentro de su mundo. Es la fase de su desarrollo que se produce en relación y comunicación con otros. Se trata del momento en que la energía se mueve hacia el exterior como respuesta. El tiempo de preparación para la definitiva separación de la madre es también un período de definición del individuo.
Este período corresponde en el plano físico al abdomen, desde el plexo solar hasta los genitales. Así pues, los problemas en esta zona como conjunto van ligados a nuestro lugar en el mundo, a las relaciones, la comunicación y el concepto de nuestra situación personal. El abdomen representa la relación entre nosotros y el mundo exterior, qué pensamos de lo que recibimos y lo que damos a nuestro mundo, d también un conflicto entre lo que somos y lo que el mundo cree que somos. El abdomen es el sitio donde todas las emociones, pensamientos, actitudes y sentimientos que tenemos y que ata-. ñen a nuestra realidad son absorbidos, integrados o rechazados y, con optimismo, resueltos. En Bodymind, Ken Dytchwald dice:
El vientre es el núcleo del sentimiento en el ser humano. Muchas de nuestras emociones y pasiones tienen su origen en el interior del vientre. Cuando ocurre algo en nuestra vida que genera sentimientos, muchas de estas emociones «desbordan» las «tripas» y se expanden hacia el exterior por el resto del cuerpo a través de cualquier camino que resulte apropiado.
En los intestinos asimilamos y digerimos los alimentos; son tambien el lugar donde asimilamos y digerimos nuestra realidad y la capacidad para comunicamos y enfrentamos a esa realidad. El preparto es el período en el cual el feto se prepara para relacionarse con el mundo, y es en esta zona abdominal donde centramos los sentimientos y actitudes sobre nuestras relaciones y nuestro mundo. El estreñimiento y otros trastornos digestivos son una respuesta directa a la manera de enfrentarse con la propia realidad, mientras que los problemas de riñón o de la vejiga demuestran cólera e irritación relacionadas con la manera de expresarse en el propio mundo.
Parto
Es un momento de transición muy importante en el cual se sientan las bases de lo que será nuestra manera de experimentar el mundo y el lugar que ocuparemos en él. El nacimiento puede darnos una sensación de seguridad y amor, o puede servir de base para muchos de nuestros temores y neurosis de la edad adulta. En esta fase, la madre es más activa, mientras que en la concepción había sido el padre el más dominante. El parto ha sido comparado con la forma definitiva de rechazo por parte de la madre, pues somos expulsados enérgicamente de su interior. Salimos de un lugar cálido, oscuro y seguro, por lo que, si nacemos en una situación de luces intensas y ruidos estridentes, nos sujetan cabeza abajo y nos dan palmadas en el trasero para, finalmente, separamos de nuestra madre; no cabe ninguna duda de que nuestras primeras impresiones del mundo serán las de un lugar cruel, agresivo y temible.
No existe la sensación de un recibimiento amable y cariñoso. Más que experimentar la importante unión con la madre, el contacto visual, las sensaciones táctiles y los olores que accionan muchas de las funciones necesarias para el niño, factores que crean una impresión de alegría y aceptación, el bebé tiene que construirse una coraza contra la insensibilidad que demuestran hacia él. Como ha afirmado el tocólogo francés Frédéric Leboyer, «allí hay una persona, totalmente consciente, y merecedora de respeto».
El parto es la separación de la madre y el niño como unidad en un mundo dual, de dos. Es el paso de un estado cerrado a otro abierto. Esto puede crear un profundo trauma y, si la situación incluye factores como el miedo, el pánico o la alienación, entonces es seguro que cuando nos enfrentemos en la vida a situaciones de cambio radical reaccionaremos de la misma manera: sentiremos miedo, pánico, o nos encontraremos aislados y solos en nuestra experiencia. Por contra, si la transición se desarrolló con cariño y sin miedo, las etapas de grandes cambios no supondrán dificultad alguna, y seremos capaces de responder con valentía y franqueza. En el caso de que hayamos nacido por operación cesárea, puede suceder que en el futuro, cuando se nos presente algún cambio importante, veamos el otro lado y sepamos que podemos llegar hasta allí, pero no tengamos ni idea de cómo hacerlo; optaremos entonces por sentamos y esperar a que todo termine. Nuestra experiencia de la transición consiste en que alguien lo hizo por nosotros. Si nacimos drogados tenderemos a responder a las posteriores épocas de cambio en la vida borrándolas de nuestra mente; no tendremos conciencia de lo que significa el cambio, pues carecemos de una experiencia consciente de transición que podamos tomar como referencia.
Por consiguiente, el parto es un momento de traslado del interior al exterior, de la oscuridad a la luz. Esta variación en la conciencia afectará las respuestas posteriores a los estados de transición, altera el deseo de cambiar y la capacidad para trasladarse de un lugar a otro en el propio interior, para abandonar el pasado y entrar en el presente.
La zona del parto, la pelvis, es la región donde podemos dar a luz no sólo físicamente, sino también a nosotros mismos en el terreno psicológico; la zona donde se nos dota de la facultad de ser un verdadero individuo dentro de nuestro mundo. Representa la capacidad personal para moverse en el propio interior, para desarrollar nuevas facetas y sacarlas a la luz. Representa la terminación, aunque es también un nuevo comienzo. Como veremos más adelante, hay otros factores que incorporan a este ser una componente de principio, de nueva dirección y movimiento, pero la calidad de ese movimiento se verá afectada en gran medida por las emociones y factores presentes en el momento del propio parto.
Fuente: “Cuerpo-Mente – La Conexión Curativa” Debbie Shappiro