Relato: El Tormento Interior

Este es un relato que escribí reflexionando sobre lo que no transmutar nuestra sombra puede hacernos... te invito a disfrutarlo.

 

La conocí hace un largo tiempo. Ella era hermosa, una de esas personas que te seducen con su presencia sin decir nada. Sin mover un solo músculo. Era agradable y educada cuando empezaba a hablarte. Siempre en calma, en equilibrio.
Durante aquellos tiempos jamás la vi alterarse o mostrar temor, duda, ansiedad. Estaba allí y con la misma voz calmada ordenaba y contaba historias. Esto no me llamó la atención hasta que fue demasiado tarde. No vi nada extraño en ella. Nada que pudiera advertirme del peligro. Finalmente todos confiamos... eramos un grupo de amigos, trabajando juntos, en pos de un mundo mejor.
En mi defensa puedo decir que se requiere una habilidad especial y una mirada penetrante para ver lo que alguien oculta deliberadamente bajo una máscara de vulnerabilidad. Pues ella en ocasiones se mostraba vulnerable de manera sutil.


Sin embargo el odio, el rencor y la envidia no pueden ocultarse por siempre y ella tampoco lo consiguió. En nosotros veía todo lo que no era y eso la torturaba.

Lo irónico es que era igual a nosotros y no lo sabía. Tal vez simplemente no pudo soportar ser una igual y que nosotros aceptáramos ser lo que somos y nuestro rol. Ella quería ser la única.
Y ahí fue cuando empezó... Creo que al principio ni ella misma pudo reconocer lo que hacía. Comenzamos a estar en desacuerdo, hasta que todo lo que emprendíamos fracasaba. Una y otra vez. Parecía que todo lo que hacíamos, alguien secretamente iba destruyéndolo.

PetorutiBuscamos la causa hasta que fue evidente que era uno de nosotros. Y la confianza se quebró. Nos separamos cada uno por su lado. Nos escondimos pero ella continuaba encontrándonos. Al principio claro, no sabíamos quién era. Desconfiabamos unos de otros. No queríamos vernos más. 


Por eso cuando apareció en mi refugio tuve la certeza de que era él. Habíamos hecho un tácito pacto de no volver a vernos hasta que se detuviera. Le impedí hablar y le obligué a mantener sus manos quietas. Las manos eran su arma. Pero me mostró en su mirada las pruebas de quién realmente era ella y que no se detendría. Pues el fracaso y el sufrimiento alimentaban su alma oscura y había encontrado esa fórmula de bienestar; matarnos con lentitud y sadismo. Quería vengarse de nuestra felicidad, de todo lo que sentíamos y ella no. Tan encerrada en su tormento interior, no fue capaz de percibir que todos estábamos luchando con algún demonio interior... Ella simplemente los ocultó y de esa forma los alimentó. Hasta que esos monstruos le impidieron sentir cosa alguna. Y se separó de la realidad, del motivo por el cual existía en este mundo. 


Tú no lo hagas. No entregues tu alma a esos sentimientos. Habla de ellos y confía que siempre habrá personas que te ayudarán a crecer a través de ellos. Esos sentimientos solo se alimentan en la sombra, en la cárcel interior. Por eso déjalos salir, y se iluminarán. Envuélvelos en la luz de tu corazón cada día.

Conversaciones entre Sindamel y Luinesil

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