Preconcepción
Tomemos ahora esta pauta de gestación —desde la concepción y todo el desarrollo posterior del yo y de las relaciones del feto hasta su aparición en un medio ambiente ampliado— y apliqué-mosla al período inmediatamente anterior a la concepción: la pre-concepción. En este caso la pauta se invierte, pues nos trasladamos desde el espacio totalmente abierto e ilimitado del infinito (pre-concepción) al mundo físico limitado de la concepción.
La preconcepción se produce cuando la inteligencia del futuro ser se desplaza por vez primera desde la abstracción hacia lo relativo, si bien permanece aún en la abstracción. El impulso de encamación y de entrada en la condición de ser se considera previo a la concepción. Así pues, parece ser que existe una pauta de gestación abstracta, una pauta muy similar a la física anteriormente descrita.
La energía es vibración, y para que se manifieste físicamente debe vibrar a un ritmo más lento que al que lo hace en la abstracción. Veremos esto más claro si lo comparamos con el caso de un generador eléctrico y una bombilla. Aunque la bombilla funciona con electricidad, no puede ser conectada directamente a un generador, pues la potencia sería demasiado alta y la bombilla explotaría. El voltaje debe reducirse hasta que salga a un ritmo que se adapte a la bombilla. La electricidad es la misma, lo único que varía es el ritmo de la vibración. De un modo similar, la energía infinita y carente de forma tiene que disminuir su potencia para que pueda emerger y adoptar una forma concreta.
La concepción física corresponde al momento en que el futuro ser hace su aparición en la vida física. La concepción abstracta corresponde al momento en que la inteligencia, como vibración, emerge de la informidad. Se trata del primer movimiento de energía que se aparta del infinito en dirección a lo finito. Es el comienzo de un nuevo ciclo de creación; un desplazamiento de energía que emana de la pura abstracción hacia el concepto de formación, lo que indica el primer aminoramiento del ritmo vibra-cional.
Durante la gestación física, la etapa de la postconcepción supone el desarrollo interior y la unión con el entorno, no existe conciencia de nada que no'sea uno mismo. En la fase de la postconcepción abstracta encontramos una definición de la energía dentro del conti-nuum del infinito; como la gota de agua de una charca que, aunque ha sido separada del resto, sigue siendo agua. La energía se encuentra en un estado de pura unidad abstracta, sin que haya desarrollado todavía la conciencia de forma, dualidad o independencia.
La etapa de los movimientos fetales en la gestación física es como un pivote o eje entre las energías interior y exterior cuando el feto empieza a ser consciente de que existen más cosas además de su propio yo. Del mismo modo, la gestación abstracta supone un momento crucial en el alejamiento de la abstracción de camino hacia lo relativo. Se trata de un segundo aminoramiento del ritmo vibracional, pues la inteligencia empieza a centrarse más claramente en la materia. Es en este punto cuando empieza a volver la espalda al infinito y a dirigirse hacia la concreción, hacia lo finito, de igual manera que los movimientos fetales representan el desplazamiento desde la unidad hasta la relación. La variación en la conciencia se produce en la línea de una manifestación más densa de la materia, y es una definición de dirección.
El preparto abstracto define un poco más este movimiento hacia la forma. La inteligencia responde a la atracción del plano físico y a todo lo que éste implica como contraposición a la ausencia de forma. Del mismo modo que en la fase de preparto físico tiene lugar una preparación para la relación con lo que no es el propio yo, durante la etapa del preparto abstracto, se da una conciencia creciente de lo que se aproxima y una preparación para el cambio que va a producirse.
El parto de la gestación abstracta corresponde a la concepción del nivel físico. Se trata de la fusión de la inteligencia que va a nacer con los ritmos vibracionales de los futuros padres. Es la ralentización última del ritmo vibracional que permitirá a la conciencia penetrar en la materia. La energía que produce el generador ya es la apropiada para la bombilla. Tras dejar atrás el infinito, el único objetivo consiste ya en el desarrollo del plano físico. Este período de preconcepción corresponde a la cabeza. En este sentido, veremos cómo la cabeza es el centro de la energía mística, abstracta e incluso espiritual. El pensamiento es el precursor de la acción, al igual que la energía lo es de la forma física. Además de ser la manifestación de la inteligencia pura, la cabeza es el centro creativo, el punto en el que convergen las facetas más profundas de nuestra naturaleza. Por consiguiente, los problemas físicos que tienen que ver con la cabeza están relacionados con los aspectos más informes y espirituales de nuestro ser.
La conciencia evoluciona en la abstracción y pasa por diferentes etapas en su camino hacia la concepción. Una vez se ha fusionado con los factores físicos necesarios para crear la vida se desarrolla siguiendo una pauta similar a la que acaba de experimentar, aunque 'adaptándose ahora a todos los factores del reino físico de la existencia. El modelo vuelve a repetirse en la vida, puesto que a partir del nacimiento pasamos por un período de intensa introspección, y los primeros quince o veinte años consisten totalmente en el «yo», están centrados en el desarrollo del individuo. Sigue a esta etapa la transición a un estado de relación con el mundo y conciencia de éste cuando nos convertimos en adultos. Luego viviremos aún otro período transitorio y, al morir, nacemos en un nuevo reino. En cada nacimiento hay una muerte: la muerte de la madre y el hijo como unidad, pues se nace en el parto de dos. En cada muerte hay también un nacimiento: el nacimiento del infinito fuera de uno mismo, de la ilimitación fuera de la individualidad.
Fuente: “Cuerpo-Mente – La Conexión Curativa” Debbie Shappiro