Portales: momentos iluminados

Hay días, como hoy, en que siento que estoy de pie ante un portal. Es un portal que no puedo abrir a voluntad, pero que haciendo lo que hago día a día, de pronto se abre y me permite ver.

La sensación es de cercanía y totalidad. De cosas tan contradictorias como estar volando profundamente asentada en la tierra.

Cuando este portal se abre, tengo la sensación de que cada pequeño detalle que se presenta en mi día es parte de un mensaje mayor que debo integrar.

Percibo constantemente oleadas de comprensión, susurros de mensajes olvidados y de intenciones que se perdieron en el viento. Pero está todo ahí, presente.

Tengo la intuición de que estos portales, que no están afuera ni se abren en una fecha determinada ni sucede para todos igual… son momentos donde mi yo completo se sienta en algún lugar muy hermoso y me habla, a esta parte que está aquí (aunque probablemente sea a todas las formas en las que existo en diversos planos).

La sensación de certeza. De paz. De completud. Y también la sensación de que toda la energía se enfoca ahí. Que no puede ir a ninguna otra parte. Que cada partícula de existencia cae en su preciso lugar, sin demora y sin desvirtuarse. Es lo más cercano que conozco a “Todo es perfecto tal como es”.

Mucha energía se concentra en este momento. Es un regalo que exige atención plena. Sin resistencia. Escuchando, percibiendo la propia alma. Es un momento para recibir fuerza, luz, esencia.

Cuando estos portales se abren, son momentos de profunda transformación. Mi sensación es que, después de esto no volveré a ser la misma. Habré crecido un poco más. Seré más yo.

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