Luna, Noche, Oscuridad, Esperanza

Angarion había cambiado radicalmente su actitud. Ahora hablaba con las personas con avidez de conocer sus vidas, su experiencia… se había convertido en una esponja. Pero seguían allí.

Sindamel había comenzado a sentir inquietud. El joven ahora disfrutaba de aquellos alimentos, de las telas artificiales y hasta le había propuesto buscar un empleo. Ella le explicó, que no podían quedarse ahí, que ese no era su destino.

-          Siempre criticas todo lo que hago.

-          Y tú, pierdes muy rápidamente el rumbo.

-          No es cierto. Si nos vamos a quedar aquí, por qué no buscar un empleo… tal vez esa sea una buena manera de encontrar salida.

-          Si ese es sinceramente tu objetivo, puedes hacerlo. Pero recuerda qué estas buscando.

Angarion hizo una pausa larga, se quedó pensativo. Ya había olvidado qué era lo que estaba buscando.

Su dificultad para concentrarse, llegaba a alterar la paz de la maga. Jamás, en todos sus años de vida en aquella tierra había tenido un aprendiz, y mucho menos uno tan disperso como Angarion.

-          ¿Qué es lo que esperas? – preguntó, pero debió aclarar su pregunta ante el rostro desconcertado del joven, que una vez más, no entendía nada de lo que hablaba la dama de la luna. - ¿Dónde depositas tu esperanza?

-          Y-yo… no lo sé. ¿Esperanza? ¿Esperar? Creo que no espero nada. Pero tengo esperanza de vivir mejor.

-          ¿Y cómo puedes tener esperanza de vivir mejor si ni siquiera eres capaz de tener expectativas sobre algo? ¿Y tus sueños?

-          Mi sueño era conocer el mundo y ya lo hice. Es más, he conocido otros mundos que no sabía que existían.

-          Entonces, ¿por qué sigues viviendo? – la pregunta era dura, directa, implacable. Él jamás se había planteado aquello, pero el sitio donde estaban lo había deslumbrado y secretamente, no deseaba marcharse.

-          ¿Qué quieres decir? ¿Acaso no sirve disfrutar de los sueños cumplidos?

-          Hay algo que aún no comprendes.

Sindamel se asomó a la ventana, en sus ojos destiló el brillo
oscuro de la noche, pues eso era ella. La dama de la luna era la noche, la profundidad de la oscuridad que se extiende dentro de cada ser y lo limita, le llena de miedos y dudas. Ella era la profundidad del alma, aquel rincón oscuro que da miedo transitar pues parece demasiado oscuro, lejano, temido, donde nos esperan insospechados peligros que no queremos afrontar. Pero están. Y una vez que caminamos en la oscura noche, descubrimos las estrellas, la luna, el sonido de las aves, la paz y el silencio de la soledad. Podemos mirar a los ojos los peligros que nos acechan y enfrentarlos, descubriendo finalmente, que eran pequeños animales que necesitaban comprensión.

Cada vez que encontraba a una persona, podía ver, aquello que la persona quería evitar encontrar.

A veces era un animal, otras veces un ser demoníaco. En ocasiones era una persona igual a su “dueño” y muchas veces se veía como un ser seductor y alegre, más agradable incluso que la persona con la que hablaba.

Algunas veces, ese ser no estaba. Ella había aprendido que entonces, no era tan claro lo que sucedía. Podía ser porque la persona tenía tantas cosas que ocultarse que ella misma llevaba una especie de armadura, como si aquella oscuridad la hubiera cubierto por completo. Otra posibilidad, era lo opuesto: aquello era tan sutil que aún no había tomado forma.

Claro que existían personas que no sentían miedo y, eran capaces de ver sus propias oscuridades. Pero en general, aquellas personas no acudían a ella.

Con Angarion llevaba ya varios meses, y aquel día recién había logrado ver con claridad. Aquella figura informe que caminaba junto a la sombra que el joven proyectaba era justamente eso. La veía desde tiempo atrás, pero esperaba que tomara una forma más clara para poder comprenderla. Sin embargo, aquella figura era así y no se aclararía. Esa era justamente la desesperanza, la dispersión crónica del muchacho.

Déjame decirte algo: “Todo lo que debes hacer es vivir el presente. Estás aquí y ahora. Disfrútalo. Tus sueños cumplidos, tus derrotas, eso es pasado y ya no está. Lo que esperas, tus sueños y esperanzas te indican el camino, el siguiente paso que debes dar hoy para disfrutar de la felicidad plena de vivir. Si has perdido la esperanza y los sueños… eres un barco a la deriva  Necesitas comprender que aún en este momento, a la deriva, hay esperanza. No puedes acabar con la esperanza. Puedes ignorarla, pero no puedes acabar con ella. Porque sin esperanza no podrás encontrar una luz. Sin esperanza no se puede vivir. Porque la esperanza es el motor de la gente feliz. Es ese brillito en los ojos cuando piensas en la vida que quieres para ti. La esperanza es la prima hermana de la fe. Tener esperanza es saber que eso, esa luz está ahí. Aunque no la puedas ver, está ahí. Porque la esperanza vive hasta en el mundo más arrasado. Es una luz. Chiquita. En la oscuridad. Es la luna que brilla por la noche, son las estrellas mostrándote el rumbo. Es la luz al final del túnel, el faro. Si no tienes esperanza, entonces, no estás vivo. Porque vivir consumido por la oscuridad, por la nada, es estar muerto en vida. Y no imagino mayor tortura.”

Caminó unos pasos hacia él, tomó su mano y le sonrió, todo estaba dicho. Los ojos llenos de lágrimas de Angarion indicaban que había comprendido.

Nota: Quiero destacar que parte de lo que Sindamel habla de la esperanza, está tomado de Casi ángeles.. es cortito por eso decidí incluirlo en el relato y tiene algunas modificaciones personales.

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