El otro día en Facebook dejé esta pregunta:
¿Cómo te sentirías plenamente abundante?
O en otras palabras:
¿Qué necesitas para ser plenamente abundante?
Y las respuestas me sorprendieron mucho. Esperaba las típicas respuestas de: ganar más dinero, no tener deudas y cosas así. Pero fueron totalmente diferentes.
Acá te voy a compartir algunas respuestas:
“Yo considero que amarme incondicionalmente y confiar en mi...”
“Lo q me hace falta para sentirme abundante es poder dar el amor que tengo a un hijo”
“Hace poco lo experimente y aun no teniendo nada sentí que era abundante y me sentí feliz....y en mi caso necesito que se manifieste lo que siento. Siento que soy abundante”
“Me siento plenamente abundante cuando puedo disfrutar de todo lo que me rodea. Familia, hogar, naturaleza, mis tareas cotidianas”
“Abundancia para mi es sentir que no me ponen obstáculos o resistencia a las cosas que hago o me propongo de hacer, fluidez en todas mis acciones.... cuando sucede, me siento en el 7mo cielo!!!!!.... y cuando espontáneamente intercambian un gesto de bondad o sencillamente con amabilidad... es la gloria! Por sencillo que sea, cada célula de mi cuerpo sonríe y se infla de amor”
“Sentirme merecedora, que puedo disfrutar de una abundancia plena sin ningún tipo de peso”
Me encanta porque yo no tenía tan claro esta búsqueda de la abundancia cuando comencé a plantearme el asunto.
Todo lo que estas hermosas mujeres comentaron refiere al aspecto inmaterial de la abundancia, aspecto sutil e interior que quizás no se ve a simple vista… pero se manifiesta en la forma de vida de cada persona. Si no nos sentimos con confianza, merecedoras, en capacidad de dar amor o de brindar algo útil al mundo, entonces el sentimiento de abundancia se estanca. Aquí te hablé de ello.
Un poco de mi propio camino
Te quiero contar un poco de mi historia. Yo empecé a buscar abundancia tratando de resolver problemas de dinero. Y ello me llevó a descubrir el Reiki y luego los Registros Akashicos y aquí me tienes escribiendo esto. Yo estoy profundamente agradecida a mis problemas con el dinero porque gracias a ellos logré encontrarme un poco y descubrir mi camino.
Esto fue hace unos 9 o 10 años. Yo no sabía nada de la energía, ni de ángeles o guías. Yo solo sabía que era estudiante, mi madre estaba enferma y yo quería ayudar. Así que empecé a buscar opciones… y entre esas opciones, descubrí El Secreto… y de ahí descubrí mil cosas más.
Las 6 cosas que aprendí sobre la abundancia en estos años:
El dinero es maravilloso
Si eres un poco como yo era, o más bien como me había enseñado a ser, rechazaras la idea de tener dinero. Quizás hasta tienes ideas de que el dinero es sucio, de que hay que hacer cosas ilegales para conseguir dinero o cosas por el estilo.
Pues yo pensaba así. Hasta que entendí -y créeme que me llevó varios años- que el dinero es solo energía… y que es una forma de la energía maravillosa: porque le encanta estar con quien lo quiere y se aleja de quien lo rechaza.
“El dinero viene a mi cuando estoy haciendo lo que amo hacer, porque solo así estoy en sintonía con la vida.”
El trabajo no tiene que ser duro
Yo crecí en una familia donde no hacer lo que amas es algo así como un pecado. Es mejor ser pobre pero hacer lo que se ama. Ese es a grandes rasgos el lema de la familia. Pero junto a ese lema había una noción de esfuerzo, lucha, de que nunca alcanza y siempre hay que trabajar más y más para llegar a fin de mes.
Así que me tocó aprender que uno puede trabajar en lo que ama… pero que ello no implica morir por el trabajo, ni dejarse la salud o la familia en el proceso. Y también tuve que aprender que se puede recibir retribución justa, trabajando como uno desea.
Me merezco todo lo que quiera
Parece increíble pero yo sentía que no me merecía ciertas cosas. Así que tuve que sanar este asunto. No fue fácil para mi descubrirlo, de hecho me llevó varios años darme cuenta que tenía este sentimiento de “no merezco”. Y lo manifestaba trabajando mucho y ganando muy poco, regalando mi trabajo o cobrando poco por mi tiempo. También en el hecho de no disfrutar de mi tiempo libre, de mi familia. ¿Te ha sucedido?
Cuando me di cuenta de esto y lo trabajé en mi, todo comenzó a cambiar. Fui aprendiendo a permitirme disfrutar de la vida, a preguntarme ¿qué quiero? ¿qué necesito? ¿qué me merezco? Aún estoy en este proceso, sigo descubriéndome muchas veces auto-limitándome… en ocasiones con mis sentimientos, diciéndome: no debo sentirme así o asá.
Tengo mucho para Dar
Yo era extremadamente tímida, no me atrevía a hablarle a otras personas y esto sucedía porque sentía que no tenía demasiado que ofrecer o que no era ni valiosa ni relevante mi experiencia.
Dar es exponerse. Dar es decir: esta soy yo y ofrezco esto que soy al mundo, a la existencia.
No es sencillo. Animarse a poner un pie fuera del ámbito interno requiere valentía y fuerza. En general esa fuerza y valentía vienen de lo aprendido y de una sintonía con la vida que es imperceptible pero está presente con fuerza.
A mi me costó asumir que podía dar, y que aquello que tengo para dar es bueno y útil. Quizás no para todos, pero sí para algunas personas. Y con eso basta. Si tienes algo para dar que es útil para algunas personas, ya tienes mucho para dar.
Y aquí no hablamos de cosas materiales, eso lo da cualquiera. Hay quienes tienen para dar Amor a sus hijos. Y no es poco. El mundo parece pedirnos que demos algo más… y justamente, hay que aprender a dar lo que se puede y lo que se tiene, no más. Allí reside una fuerza inmensa.
A mi me encanta este texto que habla del Dar
El Universo (y la Vida) me da todo lo que pido. Nunca nada me falta.

Este es el aprendizaje más difícil. El que debo recordarme a diario para no distraerme en las apariencias.
La verdad es: Tengo todo lo que necesito y más.
Pero no siempre sé reconocer que lo tengo. Y de nuevo, no hablo de lo material. A veces me quejo de lo que puedo y no puedo hacer, de mis situaciones de vida. Necesito reconectarme, y volver a reconocer que tengo exactamente lo que necesito para mi experiencia en este momento preciso de mi vida. Ni más ni menos.
Y cuando reconozco y agradezco esto, puedo recordar que solo tengo que pedir lo que necesito o considero que necesito para pasar a otra experiencia. Solo debo decir: quiero …. (por ejemplo: quiero disfrutar más tiempo en familia). Y allí suceden dos cosas: La primera es que mi cerebro se pone a analizar las posibilidades y la segunda (que sucede simultáneamente) es que si en este instante eso no es posible, el Universo se encarga de mover las cosas.. para que sea posible en un futuro presente cercano.
Simple. Así funciona el Universo.
Soy abundante en aquello en que me enfoco
Este es el más grande problema que descubrí en mí. Yo soy abundante en lo que me enfoco. Experimento en completa abundancia lo que pienso y siento con más frecuencia en mi día a día. Entonces si me paso el día quejándome de lo que sea, tendré más motivos para quejarme… y abundarán las quejas en mi vida.
Y como te he contado, yo tengo que hacer un gran trabajo para mantenerme presente y enfocada. Así que cada tanto me doy cuenta que estoy quejándome, juzgándome, enojándome conmigo, autoexigiéndome y muchas cosas más. Entonces debo cambiar el enfoque.
Dicen que la energía sigue a la intención. Y he comprobado que es así. Si pienso que tengo deudas, que no me alcanza, que me falta el tiempo, que no puedo disfrutar de hacer lo que quiero… entonces eso es lo que obtengo. Y me dirás que a ti también te pasa, pero que es tu realidad y no la puedes cambiar.
Yo te digo que sí. El truco es enfocarse en lo pequeño. Te doy un ejemplo personal: Cuando me autoexijo demasiado, comienzo a reenfocarme valorando las cosas que hice en el día. Como sabes tengo dos hijos pequeños, así que los planes que pueda tener suelen demorarse por imprevistos como comida, juegos, cuidados no programados. Y puedo mantenerme en la autoexigencia de hacer todo lo que me propongo, o puedo fluir y hacer lo mejor que puedo y valorar eso… y lo que no logré hacer, dejarlo para el día siguiente.
Cuando eres madre, esa frase de “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” se transforma en “cuida lo importante y lo demás que quede para mañana”.
Y cuando hago esto todo se ordena de otra manera. Y empieza a fluir lo que quiero.
Ahora es tu turno de compartir ¿Qué necesitas para ser plenamente abundante?