El sábado fui a escuchar unos muy buenos cantantes de tango en un bar argentino. Mi padre escuchaba mucho tango cuando yo era chica, así que incorporé cantidad de letras sin darme cuenta. De grande, pude entender su significado y en general son un llanto al pasado con altas dosis de pesimismo.
Algunos tienen una poesía preciosa, como “Naranjo en flor”:
Primero hay que saber sufrir,
después amar, después partir
y al fin andar sin pensamiento. ..
Perfume de naranjo en flor,
promesas vanas de un amor
que se escaparon con el viento.
Después… ¿qué importa el después?
Toda mi vida es el ayer
que me detiene en el pasado;
eterna y vieja juventud
que me ha dejado acobardado,
como un pájaro sin luz.
Las últimas estrofas son de lo mejor que conozco acerca de los estragos de quedarse en el pasado. Llega un momento en que el después ya no importa, en que toda la vida gira en torno a los ultrajes, los traumas, las desilusiones, las lastimaduras del pasado. He tenido pacientes que, veinte/treinta años después de una muerte, un divorcio, un despido, siguen hablando de ello y viviéndolo como si hubiera sido ayer. Su discurso entero está referido a determinados acontecimientos o emociones y su vida está justificada y acomodada a ellos.
Como dice el tango, “toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado”. No encontraron (ni se ocuparon de hallar) el para qué, las razones que ellos mismos crearon para esos hechos, por lo que quedaron detenidos y congelados en lo mismo, reiterándolo sin parar, sin conciencia, sin futuro, sin esperanzas.
“Una eterna y vieja juventud” que no llenó de nuevas y vivificantes promesas sino de cobardes excusas, que les impidieron alzar el vuelo y vislumbrar la Luz que nos rodea y sostiene.
¿Te has preguntado qué sucesos del pasado usas como pretextos para no experimentar y crear el presente?
¿De qué hablas y hablas sin cesar para mantener vivo lo atravesado y abierta la herida?
¿A qué y a quién entregaste tu Poder?
Las respuestas que encuentres son fundamentales para tu evolución.
Laura Foletto