
La culpa es una de las emociones más comunes.
También es una de las que más nos desgasta y daña de manera importante, nuestra autoestima.
Todos nos hemos sentido culpables en más de una ocasión.
La culpa surge cuando pensamos que hicimos algo malo.
O cuando creemos que deberíamos haber hecho algo y no lo realizamos.
Podemos hablar de dos tipos de culpa:
- Positiva,
- negativa.
La primera es aquella que nos sirve para darnos cuenta de que actuamos mal, nos permite analizar y corregir nuestra conducta y aprender de lo que sucedió.
En este caso más que hablar de culpa, hablamos de responsabilidad.
La culpa negativa es aquella que nos lleva a pensar y repensar en lo que estuvo mal y en cómo nuestra conducta demuestra que somos malos, tontos, etc.
Reconocemos lo mal que nos sentimos, pero no hacemos nada al respecto.
Sólo recordamos y revivimos la situación una y otra vez y en cada ocasión nos devaluamos, disminuyendo nuestra autoestima.
Este tipo de culpa:
- Es inútil,
- afecta nuestra salud física y emocional y
- nos paraliza, es decir, nos impide actuar.
¿Qué hacer?
Cuando te sientas culpable, en lugar de regañarte, atacarte, calificarte negativamente y evaluarte, enfócate en tú conducta.
Analiza qué fue lo que hiciste o dejaste de hacer.
En función de qué estás calificándolo como malo.
Piensa si estas juzgándote con ideas o valores de otras personas o de otros tiempos.
Pregúntate:
¿Estoy dañando a alguna persona o a mí mismo?
¿Lo podía haber evitado, sin causar problemas mayores?
¿Cuáles fueron las circunstancias que influyeron en mí conducta?
¿Qué sentimientos contribuyeron?
¿Cuáles eran mis opciones y por qué elegí actuar así?
Responder honestamente a estas preguntas, no "borra" la conducta y las consecuencias de la misma.
Pero nos puede ayudar a:
- Comprender el porqué de mis acciones,
- verlas como una mala decisión, basada en el aprendizaje de mi niñez o en la presión de mis emociones,
- analizar si mis expectativas son demasiado altas, debido a una baja autoestima,
- centrarme en mi conducta para corregir, si es posible,
- aprender, para no volver a actuar de la misma manera,
- revisar mis creencias y valores, para ver de donde vienen y si actualmente son validos y adecuados o no.
Cuando la culpa que tú sientes, está causada por las palabras de los demás, haz las mismas preguntas pero en relación a ellos y descubre que tanta validez pueden tener.
No importa lo que nos digan.
Es nuestra responsabilidad analizarlo y aceptarlo o negarlo, de acuerdo a nuestras conclusiones y metas.
Si tú no quieres sentirte culpable, nadie puede obligarte.
Son tus pensamientos los que provocan y mantienen la culpa.
Y tú, eres el que los maneja.
¿Sabías que muchas veces mantenemos el sentimiento de culpa, porque nos ayuda a sentirnos menos "malos"?
Pensamos qué, si realmente fuéramos tan malos, no sentiríamos culpa.
Esta es una creencia completamente equivocada que no nos ayuda, sólo nos perjudica.
Trabajar en los sentimientos de culpa no es fácil.
Pero si aprendemos a responsabilizarnos, sin sentir una culpa negativa, nuestra conducta y nuestros sentimientos mejoran de una manera impresionante.
Psic. Silvia Russek