El top 10 de errores que cometí al comenzar a ser terapeuta holística

Cuando me inicié como terapeuta, fue casi sin darme cuenta. Fue porque aprendí a hacer Reiki y en ese momento cuando me iniciaba supe que quería hacerlo siempre. Así que me formé como Maestra de Reiki. Y comencé a dar cursos colaborando con mi maestra. Fue una experiencia fructífera para mí que me enseñó mucho. Y luego me tuve que lanzar sola… y fue un gran desafío. Lo que yo tenía en esos momentos era, ante todo, buena voluntad y un amor inmenso que nunca antes había experimentado. Con el tiempo fui descubriendo que eso no era suficiente, aunque sea totalmente necesario. Desde entonces he aprendido mucho de muchos maestros, pero especialmente de mi misma.

Para empezar con esta nueva sección que ya te conté por qué se llama URDIMBRE, quiero entonces compartirte 10 errores que cometí como terapeuta y que no colaboran para nada a ayudar a los demás.

Aunque considero que son errores, porque nos alejan de cumplir con el objetivo de ayudar a alguien que nos necesita, también sé que son situaciones que es necesario vivir para aprender y crecer.

  • Creer que se más que otros. Ego espiritual.

Tantas veces me “mimeticé” con lo que estaba aprendiendo, creyendo que eso era lo mejor y que yo me tenía que convertir en la mejor en eso…

Esto es algo que he notado en muchos ámbitos: aprendes algo y empiezas a creer que eres el mejor, incluso más dotado que el maestro que desarrolló la técnica. Falacias. Es el ego que crece… y la vida te hará volver a tu lugar con una gran dosis de humildad.

Tú eres excelente, de eso no tengo dudas. Lo que tienes para decir es único, imprescindible, tampoco tengo dudas de ello. El pequeño detalle es que esas palabras aplican a cada ser humano que pisa la tierra.

  • Hacerme amiga de mis consultantes

A veces, debo decirlo, el camino espiritual es muy solitario… y un poco de compañía es agradable. Porque nos vamos despojando de todas las personas que nos rodean y no comprenden nuestro camino, y hemos aprendido que estar solo es la muerte, por lo que buscamos un poco de apoyo…

Definitivamente esa amistad NO viene de aquellos a los que ayudas porque este es un desorden que luego pagas muy caro. Aprender a mantener la distancia saludable entre consultante y terapeuta te permite ayudar a ese ser.

Cuando llegue el momento encontrarás tu manada. No tengo dudas de ello. Confía, espera y sigue haciendo tu trabajo.

  • No tener horarios, ni saber poner límites

Es fácil que se pierdan los límites. Porque las personas necesitan ayuda y la piden a cualquier hora. Porque la urgencia de ayudar es más grande que los límites que tenemos que poner. Porque los procesos personales no esperan hasta el lunes por la mañana.

Yo no tenía horarios ni sabía decir que no. Cambiando planes, a veces se superponían sesiones con actividades familiares… un desorden producto de mi propio desorden interno, claro. Así que empecé a poner orden. A usar agenda, calendario, organizadores. Porque a veces parecía que el tiempo tenía que extenderse como chicle. Y no, eso no sucede así en este plano.

Cuando se pierden los límites, nos desnutrimos. Por eso es importante tener horarios y saber decir que NO cuando nuestra energía personal no puede afrontar a otra energía y necesita recuperarse.

Es muy lindo ayudar a otros, pero sólo es posible hacerlo cuando estamos en nuestro centro y capacidad de ayudar. Por eso: dedica tiempo a conocer tus limites, tu energía, y a recargarte.

  • Esperar que las personas confíen en mi porque soy buena persona.

Yo sé que soy una buena persona y hago mi mejor esfuerzo por seguir creciendo. Pero eso solo lo sé yo. Y mi marido. Y mi papá y también lo sabía mi mamá. No es suficiente para que alguien que requiere mi ayuda confíe en mí. Por eso hay que contar lo que se hace, cómo, donde, qué se ha aprendido…

Tienes que vibrar, saber quién eres. No basta con querer ser buena persona y dar lo mejor de ti, es necesario que seas consciente de toda la energía que tú eres. Eso es lo que en definitiva se irradia… por eso, contarle a otros lo que haces, cómo y por qué, no es tanto para que los demás sepan quién eres… sino para que tú te reconozcas y no te pierdas de vista.

Algunas personas simplemente resonarán contigo. Algunas más llegarán a ti por el famoso boca a boca. Otras, la mayoría, necesitarán que les expliques quién eres, qué haces, cómo lo haces. Y habrá otras que nunca creerán en ti por las mismas razones por las que otros te eligen.

  • El Desequilibrio entre el dar y el recibir: Dar más de lo que recibo.

Cuando empecé tenía un serio conflicto con el hecho de cobrar. Nunca antes había trabajado con algo intangible como la energía… así que comencé a impartir talleres con contribución voluntaria.

Los hacía con infinito amor, pero me llevaban un esfuerzo energético enorme que luego me costaba recuperarme. Si haces terapias alternativas o tradicionales, sabes que estar con otra persona y darle tu atención plena requiere luego una acción de reequilibrio para volver a tu centro y a tu energía.

Una vez alguien me pagó $12 (doce pesos) por un curso. Hoy serían unos 30 centavos de dólar. Ese día me di cuenta de que había trabajado 4 hs para que alguien lo valorara de esa manera. Y comencé a poner precio a mi trabajo. Con miedo y con incertidumbre. Cobraba muy poco, casi simbólico, pero de ahí pude empezar a darme cuenta de que: A menos que comas aire y te vista el viento, no puedes  regalar tu trabajo. Si para ti no tiene valor, mucho menos lo tendrá para los demás.

Lo espiritual no es gratis. La vida no es gratis. La vida es un regalo, pero gratis no es. Si tú te formas para ayudar a otros y eres responsable en tu trabajo. No lo regalas.

Y aquí hay un asunto particular: muchos creen que la energía no se cobra. Y no, claro que no cobras la energía. Tu cobras por tu tiempo, tu dedicación, porque has aprendido algo para estar ahí, porque es tu trabajo. Casualmente esas cuestiones que menciono también son energía.  Tú no has hecho (y por favor no lo hagas) un voto de pobreza para dedicarte a lo que haces.

Si, puede que regales alguna sesión o alguna terapia o que vayas a hacer Reiki a los hospitales… pero TU eliges a quien no cobrarle y dónde regalar tu trabajo; es tu elección.

Este es un tema extenso del que hablaré luego, pero te digo un principio guía: debe haber un equilibrio entre lo que das y lo que recibes… si ese equilibrio no existe, entonces, tú te desvitalizas y quien recibe de ti tampoco puede tomar lo que le das. Mejor, cobra.

Sé que es un tema polémico, pero es fundamental. Sin energía (sea dinero, alimento, vitalidad) te conviertes en un indigente energético… que necesita que otros le den lo que no puede darse… entonces… ¿cómo podrías ayudar a otros?

  • Dar ayuda sin que me lo pidan

Esto fue lo más difícil de aprender. Yo quería ayudar y me encanta ayudar. Pero hay gente a la que le importa tres pepinos que tenga la respuesta a sus problemas, por diversas razones que en definitiva no son mi asunto. Aprender a ofrecer ayuda y no insistir… fue algo que me costó años.  

Si no te piden ayuda. No ayudes. “Pero la persona está enterrada en el suelo.” “Se ahoga.”

Si. Pero le dices: “agarra mi mano y te ayudo a salir”

Y dice: “no, está bien, lo hago solo.”

OK. Fin del tema.

No puedes ayudar a alguien que NO quiere recibir tu ayuda.

A veces detectamos a alguien que realmente necesita nuestra terapia y no le dejamos ir hasta que acepta tomarla. Esto no sirve en ningún ámbito. Pero mucho menos cuando se trata de trabajar con almas.

Ayudar es una habilidad que se aprende, y es muy placentero. Pero la verdadera ayuda se da a quienes lo necesitan y están realmente en disponibilidad de recibir ayuda. Hacerlo de otra manera es una arrogancia… y sé que suena duro pero no se puede ayudar a quien no quiere ser ayudado. Es como venderle un peine a alguien que no tiene pelo.

Por lo cual ir por las redes sociales, grupos, etc, mirando a ver quién necesita de ti… no. Mejor trabaja para que quienes resuenen y necesiten lo que haces, puedan encontrarte.

  • Dedicarme poco tiempo a mí para crecer

Como ya te conté mi desbalance de dinero, esta era la consecuencia: no tenía ni tiempo ni cómo sostener la ayuda que yo necesitaba para seguir nutriéndome… sea con cursos o sesiones individuales.

Va la regla para este punto: Nadie puede dar lo que no tiene.

Si no te aplicas tus propias técnicas o vas a recibirlas de alguien más, no harás demasiado… porque llegará un momento donde no tendrás más para dar. Otra vez, desnutrición e indigencia energética. No llegues a esto: ámate tanto pero tanto que sólo quieras dar amor a todos.

  • Esperar aprobación externa en lugar de hacer mi camino personal

Estamos programadas y acostumbradas a que afuera está la respuesta y confirmación de lo que somos. Muchas veces me sentí que no podía hacer algo, porque no era suficientemente experta en hacerlo.

Esto siempre sucede cuando no estamos seguras de nuestra capacidad. Es normal al dar los primeros pasos. Incluso, es preferible tener dudas y consultar pero que eso jamás te detenga para hacerlo. Recuerda siempre: Hecho es mejor que perfecto, como me enseñó un gran maestro.

Esto también significa que no puedes esperar a saberlo todo para ponerte en acción. Ve haciendo e irás aprendiendo. La vida no se trata de evitar cometer errores, la vida es un camino que sólo tú puedes recorrer.

  • Hablar todo el tiempo de lo que hago sin que nadie me pregunte

El síndrome de la oreja agotada. Yo en un momento quería que todos supieran lo que me había cambiado la vida. Porque al fin me encontraba a gusto en el mundo… claro, no pensé que los demás ya estaban a gusto en sus vidas como eran… y no tenían por qué cambiar o encontrar sentido a mis palabras.

Entonces sucede que le hablas tanto a la gente de lo que haces que lo prueban, no por convicción sino para ver si de una buena vez te callas. Quizás le hace bien y realmente necesita lo que haces. Pero no necesitas perseguir a las personas, ni agotarlas a menos que realmente les interese. Además en esta situación corres un riesgo extra que es terminar dando tu trabajo de forma gratuita… porque para que tomen la sesión les das una muestra… olvidando por completo el punto número 5.

  • Repetir lo que me enseñaron como un dogma

Cuando por fin encontré mi camino me llené de vida, de alegría, quería que todos vivieran como yo… como te conté antes… agoté a todo el mundo hablándole de mis descubrimientos. Mirándolo en perspectiva muchas amistades habrán pensado que yo había finalmente enloquecido, pero me querían mucho para decírmelo. Yo estaba en una misión evangelizadora en la que quería conquistar a todos para que pensaran lo mismo que yo.

Luego me relajé (por suerte) y fui entendiendo que en realidad se trata de que encontremos aquello que nos vibra y nos hace bien, en cada etapa de la vida… y poder respetar a los demás en sus ideas y creencias, sin juzgar y sin comentarios del tipo “aunque esas creencias le produzcan tal o cual cosa”… todo camino es perfecto, aun cuando sea totalmente diferente al nuestro.

Por otro lado, creo que debemos respetar las enseñanzas de nuestros maestros pero también las debemos superar cuando llega el momento. No hay una única manera de interpretar la realidad, y si bien hay “leyes universales”, hay tantas formas de vivir de acuerdo a ellas casi como seres humanos en el mundo.

Hay momentos donde no resuena más cierta manera de hacer las cosas y sentimos que hay algo más… no hay que atarse a nada, pues la energía misma va cambiando. Animate a dar un paso, a explorar fuera de los límites marcados… lo peor que puede pasar es que no sea la mejor forma y solo debas volver sobre tus pasos.

Respeta a tus maestros y respeta también tu propia maestría.

Ahora es tu turno… ¿Cuáles fueron tus errores? ¿Te has reconocido en alguno de los que mencioné? ¿Se te ocurren otros? ¿Encontraste terapeutas en tu camino que cometieron esos errores contigo?

Sobre el autor

Deja un comentario