
La primer pregunta es... ¿A quién hay que perdonar? ¿Hacia quien sentimos rencor, bronca, ira, dolor? ¿En quién depositamos las emociones que, como un par de grilletes, atan a la persona o situación a nosotros? ¿Por qué habríamos de perdonarle?
Me da la sensación de que, al indagar en estas preguntas, haciéndolas una y otra vez, hasta encontrar la verdadera raíz, hallaremos siempre el mismo destinatario: nosotros mismos.
Un YO que pide ser perdonado por... todo y nada.
Un Yo que quiere ser perdonado por haberse sentido herido
Por haber depositado expectativas que el otro no pudo cumplir, ya que no le eran propias
Un YO que se sentía demasiado pequeño, ignorado, poco amado para entender que sólo puede darse a si mismo lo que exige de otros.
Ya se ha dicho muchas veces… perdonar no libera al otro, te libera a ti.
Y te libera porque en realidad, al perdonar al otro te perdonas a ti. Aunque no lo creas, así es.
Porque los grilletes del rencor en un extremo te tienen prisionero a ti.
Entonces… si lo que realmente quieres es seguir prisionero “con tal de que el otro no sea feliz” y así ser infeliz tu también, masticando este rencor por siempre… no necesitas leer más.
Pero si eres como la mayoría de nosotros, que simplemente no sabe cómo hacer, y quiere ser feliz sin ese peso en sus pies… continuemos.
Paso 1: El primer paso, siempre es ser conscientes. Hay algo o alguien que quieres perdonar. O tal vez no quieres hacerlo, pero necesitas, debes hacerlo. Por tu bien. Por tu libertad emocional. Por tu salud. Por tu felicidad.
Hay rencores de todo tipo. A los padres, a los hermanos, y familiares varios, a ex parejas, a amigos, al jefe, a…. quien sea.
Paso 2: Sincérate contigo mismo/a: ¿Por qué sientes ese dolor? ¿Qué necesidad pretendías que fuera cubierta en ti, que no se cumplió?
Sincérate: hubo una expectativa que no se cumplió y eso te dolió. No fue el hecho en sí lo doloroso, sino que no fueran cubiertas tus expectativas.
Por ejemplo, esperas que alguien te llame y no lo hace. Pero tú no llamas porque el otro debe hacerlo. No importa que haya ocurrido, por tu mente pasarán mil ideas y fantasías que expliquen por qué el otro no hizo lo que tu esperabas que hiciera. En este paso te invito a preguntarte porqué esperabas eso y no podias llamar tú.
Paso 3: Libera al otro: ahora que ya sabes qué faltaba en ti que esperabas que el otro completara, puedes liberarlo. Déjalo ir.
Simplemente dilo: Yo ……… libero a ………. De la culpa, el rencor, la ira, el dolor y cualquier otra emoción que haya proyectado en él/ella
Paso 4: Perdónate. Yo me perdono. Yo me libero. Dilo.
Repite esta oración al menos 1 vez al día durante 33 días:
SI ALGUNA VEZ ALGUIEN ME DAÑÓ, CONCIENTE O INCONCIENTEMENTE,
YO LO PERDONO Y LO LIBERO
SI ALGUNA VEZ DAÑÉ A ALGUIEN, CONCIENTE O INCONCIENTEMENTE,
YO ME PERDONO Y ME LIBERO
SI ALGUNA VEZ ME DAÑÉ A MI MISMO O PERMITÍ QUE ME DAÑEN, CONCIENTE O INCONCIENTEMENTE
YO ME PERDONO Y ME LIBERO
(Puede repetirse cada parte de la declaración tres veces)
Paso 5: Amate. Luego de la oración anterior dí:
Yo me Amo. Yo me Acepto. Yo Soy.
Pruébalo… este escrito es para ti
Nos Amo
Por supuesto... cuando sientas que has trascendido esta etapa del perdón, hay más. Se trata de Amar. Perdonar nos conduce a ello, pues no siempre estarás perdonando ¿verdad? Aquí lo que sigue: Solo Te Amo
Gracias y mil gracias.