¿De qué hablamos cuando hablamos de expansión de la consciencia?  

La expansión de la consciencia es…

Es un término que podemos deducir por sentido común seguramente, como decía Voltaire el sentido común es el menos común de los sentidos y a veces acabamos enredándonos en suposiciones que no sirven para nada. 

Así, cuando hablamos de expansión de la consciencia nos referimos principalmente a salir de lo automático. A dejar de actuar como se supone que debemos actuar sin habernos cuestionado nada. Lo cual suele llevarnos a actuar como meras fotocopias de nuestros padres, maestros o modelos sociales inconscientes. 

Pero también nos referimos a hacernos responsables de las decisiones y experiencias que tenemos. Es decir, a evitar culpar al gobierno, nuestros padres, el jefe o algún planeta de lo que nos sucede porque decidimos hacer o no hacer determinadas cosas con nuestra existencia. 

Suena como a “convertirse en adulto” y lo es. Todo está relacionado. Es una especie de “cadena” aunque no es un checklist o escalera que vamos completando para pasar al siguiente nivel… se parece más a un juego un poco caótico donde hacemos lo que podemos con lo que se presenta. 

Algunas señales que te indican que vas por buen camino 

Aunque el orden puede alterarse, más o menos necesitamos tener en cuenta estas cuestiones básicas que nos indicarán sin lugar a dudas que nuestra consciencia se está expandiendo: 

  • Empezamos a replantearnos creencias y ponerlas en duda. El famoso “¿por qué estoy haciendo esto?”
  • También empezamos a hacernos responsables de nuestra propia vida sin culpar a nadie. Y esto incluye a los padres y a mercurio retrógrado.
  • Aprendemos a gestionar las emociones al preguntarnos: ¿por qué reacciono en vez de responder? 
  • Aprendemos a tolerar el silencio y aprender a estar con nosotras mismas en soledad
  • Aceptamos la incertidumbre. Es decir, aceptar que no vamos a saber lo que está pasando ni por qué la mayoría de las veces. 
  • Empezamos a desligarnos de los resultados. O sea, aceptar que no siempre lo que hacemos va a darnos el resultado que esperamos al iniciar. Pero nos dará muchos más si estamos suficientemente atentas.
  • Aceptamos que todo es un proceso. Y que la mayoría del tiempo es como una montaña rusa, de las aterradoras. 
  • Agradecemos que estamos vivas y disfrutamos del camino. 
  • Experimentamos que todo, absolutamente todo lo que creíamos, sentíamos y dábamos por sentado se quiebra en mil pedazos. Y al recoger el terremoto nos damos cuenta que quedan algunas cosas útiles, sólo algunas. Y que sobrevivimos a ello. 
  • Aceptamos por fin que somos seres completos, inmensos, maravillosos, que pueden pasar por todo lo anterior y seguir en pie. 
  • Aprendemos que siempre nos sostiene algo, quizás sin nombre, que valora nuestra existencia quizás más que nosotras mismas. 
  • Aprendemos a aceptar todas las partes de nosotras, aún esas desagradables y que por más que intentemos no van a ser pulidas. 
  • Descubrimos que la mayoría de las personas esenciales en nuestra vida se alejan o necesitamos alejarnos de ellas para poder seguir creciendo
  • Descubrimos la inmensa y casi ilimitada capacidad de manifestar que tenemos… y eso da vértigo y poder a partes iguales. 

Este es más o menos un proceso inconsciente, llegamos a él porque la vida nos empuja, pocos van a él porque lo desean a consciencia. Luego vamos encontrando en cada uno de estos pasos ayudas más conscientes, herramientas y terapias que acompañan estos pasos. 

Pero, lamento decirlo, no es un proceso suave. Es intenso como estar en el océano en un barquito que se encontró con un huracán de los fuertes. Como estar en el mar enfrentando las olas. Si nos queremos resistir, parándonos estoicas frente a la marea, las olas nos golpean, nos tiran, nos revuelcan y nos ahogan. Y cada vez que nos levantamos para volver a pararnos frente a ellas, nos vuelven a golpear. En cambio, cuando aceptamos esas olas, y nos sumergimos, nos hundimos en las profundidades de ese movimiento y nos dejamos llevar por la corriente, emergemos del otro lado, sin haber pasado el sufrimiento de la embestida. Y si, hay un momento en ese hundirnos que todo es oscuro, que no podemos ver, que sentimos que el aire no va a alcanzarnos y creemos morir. Pero no sucede. Salimos a la superficie una vez más. Y nos preparamos, para sumergirnos con la próxima oleada.  A veces se siente que nos partimos en mil pedazos. A veces se siente que es tan injusto todo que nada tiene sentido. Es normal. Es lo que es. 

Pero una vez  que nos rompemos y reconstruimos una, dos, cien veces, podemos ver que en realidad no hicimos más que expandirnos, cambiando entornos, aprendiendo a decir que no, a ser más auténticas y a no negociar lo que es innegociable. 

Expandir la consciencia, si lo podemos resumir es: aprender a elegirnos y a confiar en que esa elección hace que tengamos más presente de que algo más, la vida, el universo o como quieras llamarle está ahí y te cuida, aún cuando parezca que te deja caer. 

¿Por qué es importante?

Más allá de esperar que nos vengan a rescatar seres de luz o interdimensionales (que nos aman y nos ayudan mucho también), lo más importante es hacer nuestra tarea en el cuerpo que tenemos, en el mundo que tenemos. Porque si vamos a evolucionar lo haremos aquí y ahora, haciéndonos conscientes aquí y ahora. No antes, no después. 

Y como estoy segura que ya leiste algo sobre la 5ta dimensión y la ascensión planetaria dejame decirte algo: Ya la estamos experimentando. Y estos pasos que mencioné antes son parte del proceso, son lo que podemos hacer conscientemente para que estemos emocional, mental, espiritual y físicamente preparadas para vivir en esa frecuencia donde ya no necesitamos seguir enredadas en los dramas. Si queremos estar ahí hay que hacer la tarea, esta tarea ni más ni menos. 

¿Esperabas algo más? Pues sí, claro que hay cambios en nuestra composición física-energética pero esa parte no la podemos cambiar nosotros eso solo es evolución. Por tu parte, nuestra parte es estar preparadas para ese proceso. Porque a la 5D accedemos llevándonos este vehículo físico que tenemos aquí y ahora. No hay otra forma. Así que a soltar las cargas. Es hora.

Sobre el autor