Yo no sé muy bien qué significa eso de la realidad. De hecho, no creo que exista una sola realidad… o que podamos comprender una realidad ahí afuera, y mucho menos, que la realidad que construimos esté exenta de influencias externas.
De esto es de lo que quiero hablar.
¿Es acaso posible saber, a ciencia cierta, si lo que estamos pensando o creyendo en este preciso instante es “verdad”?
¿Y si, cuando descubrimos que algo no era “real”, estamos cambiando una irrealidad por otra?
No sé, me pregunto.
Escuchamos mucho hablar de que creamos nuestra realidad, de que hay que ampliar la conciencia para alcanzar la verdad… pero ninguno de nosotros sabe con certeza de dónde salió esa idea. A algunos no les importa. A otros, les importa tanto que terminan paranoicos.
Muchos hemos rechazado con vehemencia ideas que consideramos antiguas, retrógradas, discriminatorias, elitistas, dualistas, que infunden miedo, ignorancia, desprecio, odio, etc. Y nos hemos aferrado a otra ilusión, que consideramos más verdadera, más humana, más convincente… tenemos la esperanza de un mundo mejor.
Y le llamo ilusión porque todo lo es. Como mencioné anteriormente, no creo que podamos jamás, conocer la realidad como tal. ¿Por qué? Porque para hacernos una idea de la realidad, necesitamos creer en algo que le dé forma.
Entonces, si creemos que no tenemos creencias… –y creer lo utilizo aquí en un sentido amplio, no hablo de diosito, Jesusito, etc. Creer que “dios” no existe es en sí una creencia que determina toda una cosmovisión– también estamos creyendo en algo. Así es que, comenzamos a concluir que las creencias son el factor determinante en la manera en que creamos esa realidad en que vivimos. De hecho, son tus creencias las que pueden llevarte a pensar y sentir, que no tienes control sobre “la” realidad.
Entonces se abre un gran abanico de personas, las que creen que la realidad está ahí afuera y hay que adaptarse, los que creen que nada hay fuera de sí mismos y, los que creen que hay que encontrar esa borrosa línea entre lo que depende de uno y lo que no. Y todos los innumerables matices existentes entre esas básicas clasificaciones.
En lo que deseo concentrarme aquí es en la pregunta: ¿Cómo podemos afirmar que algo es “real” y algo no lo es?
En tal caso, podemos decir que hemos cambiado de creencias, por unas que hoy, en este preciso momento, nos parecen más lógicas, coherentes, racionales si se quiere, pero no mucho más.
Creer que creamos la realidad que tenemos, configura un mundo total y completamente diferente que creer lo opuesto. Obsérvate. Si crees que tu realidad depende de circunstancias externas… es muy posible que estés constantemente en situaciones donde otros, decidan sobre tu vida.
Las creencias que tenemos, -creo yo-, configuran nuestra cosmovisión del mundo. Son la manera en que nos movemos por la vida. Si el mundo es una porquería… nos pasaremos el día viendo las injusticias, y no levantaremos la mirada para ver el hermoso cielo azul que se extiende sobre nuestra cabeza. Este es el primer escalón donde creamos la realidad que tenemos. Es casi inconsciente.
Pero cuando sabemos y aceptamos que creamos la realidad que tenemos, nos hacemos más responsables. Ya no podemos culpar al jefe por el trabajo que tenemos… porque lo elegimos y ahí está. Y si ya no lo deseamos más, podemos irnos nadie nos ata al pie del escritorio.
Pero en este punto, corremos el riesgo de “clasificar” lo que depende de nosotros y caer indirectamente de nuevo en la trampa de ser las víctimas de nuestra realidad.
Lógicamente, hay cosas que definitivamente no dependen de nosotros, pero ya sabemos que, si están en “nuestra realidad” es por alguna razón y en eso es en lo que debemos concentrarnos.
Y aquí tenemos un nuevo nivel de creación… en el preciso momento en que te preguntas: ¿Qué es lo que esto me está mostrando/enseñando? Todo cambia. Comienzas a dejar de ser un mero espectador de tu vida, dejas de ser la víctima de la película, y comienzas a ser el alumno que quiere desentrañar el misterio más grande.
Pero todavía existe un escalón más… es el escalón en el cual entras al juego de rol, te subes al escenario y comienzas a improvisar. Interactúas con todos los demás actores de tu realidad y sabes, que es un juego. Entonces, te das el gusto de ser no solamente el actor sino también el director que puede pedir todo lo que necesita sin temor a que se lo nieguen, a que falte el “presupuesto”.
Sin embargo, quiero recordar que todo lo que estoy escribiendo aquí, es una “clasificación” ilustrativa, para nada exhaustiva y que es parte de mis creencias personales. Creencias que yo siento que me han hecho mucho más libre de lo que era, y que con seguridad, en un futuro encontraré la manera de que esta forma de ver el mundo se amplíe aún más.
Pero, nadie necesita creer en lo mismo… lo importante es sentirse cómodo, tranquilo, feliz, completo, con las creencias que tenemos.
Porque yo no sé si creer que podemos crear nuestra realidad desde el punto de vista en que vemos lo que comprendemos a partir de nuestras creencias o crearla porque somos capaces de elegir conscientemente lo que deseamos y lo que no necesitamos ya o lo que sea, es “mejor” o “peor” que creer en otras cosas.
Hay quienes creen en las conspiraciones, hay quienes creen que los gobiernos están para protegernos, hay quienes creen lo opuesto, hay quienes creen que sobra gente en el mundo, hay quienes piensan que todos merecen tener una vida digna, hay mil matices y millones de maneras de ver el mundo pero sea como sea, esa es la realidad que elegimos crear.
Yo lo único que sé, es que mientras nos sintamos felices y completos con la realidad que tenemos, o al menos tengamos la esperanza de que por ese camino cada día mejorará, vamos bien.
Lo demás, lo que otros digan o piensen, las maneras de pensar que nos quieran vender, la ilusión de libertad de pensamiento, de espíritu, de cambio de paradigma, de que el mundo va a cambiar un día y una fecha preestablecidos… sigue siendo parte de la ilusión con la que convivimos e interactuamos y la podemos tomar o no. Pero no es lo que somos.
Yo te invito a creer en lo que desees creer. Que elijas cuidadosamente, siempre con la duda de si aquello que estás eligiendo es tuyo o está en el inconsciente colectivo, no importa. Lo que importa es que, tienes la libertad de elegir si quieres eso “nuevo” o eso “viejo” o eso “diferente” o mejor aún… eso que aún nadie entiende. Pero elígelo. Y permítete ser feliz. Y si descubres que, eso en lo que elegiste creer, no te ayuda, no te acerca a tu felicidad –sea lo que sea la felicidad para ti– entonces cámbialo y vuelve a intentar.
Tal vez muchos te critiquen, pero aquí encontraras a una persona que aplaudirá tu búsqueda sin importar el camino que elijas.