Un hombre anciano, corriendo tras el colectivo jadeando pesadamente. Apenas se las arregló para llegar a la puerta del colectivo y la golpea esperando que lo dejen subir, y en ese momento el chofer arrancó con fuerza. Levantando sus manos al aire, le grita al chofer que acaba de arrancar, "¡Te bendigo, te bendigo!" Luego se sienta en un banco de la parada de autobuses con una sonrisa en su cara y un aspecto de completa satisfacción y paz.
¿Cómo es posible que se pueda sentar serenamente? ¿No debería estar echando chispas de enojo y maldiciendo al conductor? Quizá hubiera sido la respuesta más "natural" maldecir al chofer y sentarse ahí carcomiéndose con la furia. Pero no lo hizo. Este hombre ha aplicado realmente las bases de la espiritualidad y haciéndolo así se mantiene calmado y quizá hasta experimente la satisfacción que uno obtiene cuando se ha sobrepuesto a una prueba difícil.
Se dice que el despertar y la iluminacion ya están aquí, existiendo con completo detalle en el plano espiritual, esperando solamente bajar a la realidad física. En lo que a mí respecta, este hombre anciano ya está viviendo en la iluminacion, en su propia mente. Y así también, todos podemos experimentar un poco de esta atmósfera sobreponiéndonos a nuestros odios sin fundamento y evitando la muy humana tendencia a juzgar y condenar. El siguiente ejercicio te va a dar una prueba de esta iluminacion:
- El reductor número uno de enojo es dar el beneficio de la duda. Cuando alguien te hiere, di en voz alta o para ti mismo, "Bendigo a esta persona". Créeme, no tienes que creer las palabras cuando las dices por primera vez. Pero, maravilla de maravillas, mientras más las dices, más se van a convertir en una realidad sincera!
Las palabras te van a calmar, aun si no las crees cuando las dices. Son como magia. Una vez que las dices, aunque las digas para ti mismo con un tono sarcástico y cínico, casi siempre vas a lograr algún grado (aunque pequeño) de desapego emocional y vas a ser capaz de pensar más claramente. En la mayoría de los casos, te vas a dar cuenta de que puede existir alguna circunstancia atenuante que puede ayudarte a quitar el pensamiento sobre lo ocurrido, la intención de herir. Por ejemplo, te vas a dar cuenta, "Caramba, esta persona (o niño) está hambrienta, preocupada con otros asuntos, muy cansada, dolorida, ignorante de mis necesidades, carece de autocontrol, carece de las herramientas para afrontar la situación de otra manera, etc."
Le has dicho al niño mil veces que se siente a comer, o que se lave las manos o que se vista o cualquier otra cosa. Y todavía no lo hace. Si quieres que coopere, vas a tener más éxito si puedes pensar claramente, lo que es imposible si estás pensando en la reaccion que tendra el niño como ya establecida.
Recuerda, las personas más heridas por nuestros juicios somos nosotros mismos. Si ese hombre anciano hubiera maldecido al conductor del colectivo, ¿quién hubiera resultado lastimado? Seguramente no el conductor, que ya estaba muy lejos. Si yo hubiera estado hirviendo por una discusion con una pariente, ¿ella lo hubiera sentido? Ciertamente no. Ella ya se fue del país.
Aun si la persona que te hiere es un familiar cercano o alguien con quien trabajas y debes resolver asuntos por el bien del futuro o por tu trabajo, diciendo, "Te bendigo y te doy el beneficio de la duda", esto te va a calmar lo suficiente para que te puedas expresar respetuosamente y encontrar una solución con una mente clara.
Al principio, no trates de usar esta táctica en problemas importantes, o te puedes sentir como un fracaso. Más bien, experiméntala en molestias cotidianas como ropas sucias, jugo derramado, niños desobedientes, miembros familiares malhumorados, comidas tarde y otras inconvenientes y problemas menores para que puedas trabajar hasta en los importantes. ¡Ésta es realmente la CLAVE para paz!
- Date cuenta de que la mayor parte del tiempo tienes la elección de enojarte o no, tal como el hombre que perdió el autobús. Con frecuencia te estás "haciendo enojar a ti mismo" pensando que la gente está tratando deliberadamente de ser molesta, estúpida, incompetente o egoísta y que podría ser diferente de como es. Por supuesto, no estamos hablando aquí de abuso francamente deliberado, sino de asuntos normales y cotidianos en los que tú tienes elección, puedes decidir enojarte o no. Acostúmbrate a pensar, "Me estoy decidiendo enojar por su comportamiento". Esto te va a recordar tu obligación de tomar responsabilidad de tu estado emocional, que es el primer signo de madurez.
- Pregúntate a ti mismo, "¿Realmente tengo algún control sobre esta situación?" Si no, ¡ignórala! ¿Para qué perder tu tiempo y tu energía molestándote por algo sobre lo que no tienes control? No puedo cambiar estas actitudes de las personas. No puedo forzar que la gente se vuelva afectuosa, tolerante, cortés o responsable. Así que cuando te estés enojando pregúntate honestamente si tu enojo va a provocar cambios útiles.
AGRADECEMOS A MARGA POR SU APORTE